Dice el refranero que a cada cerdo le llega su San Martín, y si algo es Wade Wilson, además de bocazas, irresponsable y gañán, es precisamente eso: Masacre es un cerdo. Y en Deadpool 2, lo único que quiere nuestro héroe, es morir. Deadpool quiere morir. El ser inmortal creado en un laboratorio canadiense solo desea morir, porque la vida, bueno, la vida no le da demasiadas alegrías. Ese tema tan atractivo, el del ser inmortal condenado a la vida eterna que solo desea dejar de vivir, es el que tira del carro en la esmerada secuela del éxito sorpresa de hace un par de años. Pero no se queda…
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