No sé cómo será la vuestra, pero mi relación con Guillermo del Toro nunca ha sido demasiado afectiva. Llegué muy joven a Cronos, Mimic me gustó menos que otras Dimension y El espinazo del diablo era una de la Guerra Civil. Estupenda, pero de la Guerra Civil. Afortunadamente, el tren de Hollywood volvió a pasar y consiguió que una paletada como Blade tuviera una secuela divertida. Por si fuera poco, marcó la peli de aventuras más entrañable de su tiempo con la adaptación de Hellboy. Con El laberinto del fauno volvió la moñez bélica nacional y con la secuela de Hellboy, tan estupenda como debía ser, todos empezamos a entender…
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